Locos por las tetas

Eh...!, bueno el título es algo, digamos, ¿marketinero?. No importa. Allá vamos: Hoy, mientras me desplazaba a mi trabajo me quedé observando veinte metros arriba a un limpiador de vidrios; sin casco, y enmarañado entre cuerdas, arnés y soportes para el cubo de agua y los utensilios para limpiar.

Conté las ventanas y había más de 40, a mi lado se pararon otros transeúntes y, curiosidad obliga, todos miraban hacia donde yo estaba mirando. Seguí con mis elucubraciones (habitualmente improductivas): si se soltase el enganche, caería primero el obrero, luego el cubo de agua, luego el utensilio y al último las últimas gotitas... ummmhh! Si le lleva aproximadamente cinco minutos limpiar cada ventana entonces tardará unos 150 minutos en terminar; no soy burro, sino que ya había limpiado diez. Seguía pensando: y si en lugar de limpiar vidrios, estaría voyeureando, o sí en su casa limpiaría los vidrios con los mismos utensilios o si tuviera que estar colgado a tantos metros sobre el suelo para poder pegar un cartel publicitario o quizás (y acá me puse dadivoso) si tuviera que pegar un cartel con alguna imagen hermosa y excitante. Entonces seguí mi camino.

En casa busqué una imagen - ya sabemos que en Internet hay de todo- y encontré esta:

Ahora pienso que el obrero tampoco disfrutaría de la pegatina pues aunque se encontraría a una distancia muy próxima para acariciar, estaría demasiado cerca para disfrutar. O no? Qué pena!.

Para comprender y contemplar la realidad debemos apartarnos de ella.