martes, marzo 20, 2012

Un regalo sin envolturas

Siempre estamos pendientes de los regalos, de recibirlos y de "tener" que darlos. Según nuestras posibilidades y de acuerdo a nuestra relación con el agasajado, los obsequios variarán de uno a otro. Particularmente ya estoy cansado de los regalos, no quiero más regalos y tampoco quiero darlos. A veces es agotador elegir el presente idóneo y muchas veces es a la fuerza, por costumbre. Ya tengo mi casa llena de objetos regalados que se han ido acumulando en los estantes de diferentes muebles, ni los uso. Yo voy a empezar a regalar cosas consumibles como un vino, un paquete de galletas preferidas, una excursión, una visita al Spa o un paquete de Nesquik; quisiera lo mismo (si es que alguien desea regalarme algo).

Hay un texto que seguramente te invitará a la reflexión. Ahí va:


Un joven que estaba a punto de graduarse, hacía muchos meses que admiraba un auto deportivo en una agencia de autos, y sabiendo que su padre podría comprárselo, le dijo que ese auto era todo lo que él quería.

El día de su graduación, su padre le llamó para que fuera a su privado.

Le dijo lo orgulloso que se sentía de tener un hijo tan bueno y lo mucho que lo amaba. Su padre tenía en sus manos una hermosa caja de regalo.

Curioso y de algún modo decepcionado, el jóven abrió la caja y lo que encontró fue una hermosa Biblia con cubiertas de piel y con su nombre escrito con letras de oro. Enojado le gritó a su padre diciendo: “Todo el dinero que tienes y sólo me das esta Biblia”. Y salió de la casa para no volver.

Pasaron muchos años y el joven se convirtió en un exitoso hombre de negocios. Tenía una hermosa casa y una bonita familia.

Cuando supo que su anciano padre estaba muy enfermo decidió ir a visitarlo. No lo había vuelto a ver desde el día de su graduación.

Antes de que pudiera partir a verlo, recibió un telegrama informándole que su padre había muerto. Le había heredado todas sus posesiones, por lo que necesitaba viajar para arreglar todos los trámites de inmediato.

Cuando llegó a la casa de su padre, su corazón se llenó de una gran tristeza y arrepentimiento.

Empezó a ver todos los documentos importantes que su padre tenía y encontró la Biblia que en aquella ocasión le había regalado.

Con lágrimas la abrió y empezó a hojear sus páginas. Su padre había subrayado cuidadosamente un verso en Mateo 7:11

“Y si vosotros siendo malos, sabeis dar buenas divas a vuestos hijos, cuanto más nuestro
padre celestial da a sus hijos aquello que pidan”.

Mientras leía esas palabras, unas llaves de auto cayeron de la Biblia.

Tenía una tarjeta de la agencia de autos donde había visto ese auto deportivo que tanto había deseado. En la tarjeta estaba la fecha de su graduación y las palabras: “TOTALMENTE PAGADO”.

¿Cuántas veces rechazamos algo simplemente por no estar hermosamente empaquetado?
¿Cuántas veces actuaremos como seres egoístas y frívolos?

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