El otro día, uno de ellos transitaba y cruzaba la ciudad como si de una carrera se tratara. Ya en los semáforos, a la espera del verde, bravucaba el motor del ruidoso colectivo, entonces peatones dispuestos a cruzar por su senda, dudaban, miraban de reojo su semáforo -algunos cruzaban la calle mientras otros (temerosos) esperaban a que la lata de sardinas-humanoides se dispusiera a avanzar.
Una vez salía disparado no frenaba en las esquinas (sin semáforos) y al son de los bocinazos lograba que automovilistas y peatones buscaran sus resguardos. Loco de mierda! pensé....
Y así seguía su maratón espantando hasta los colegiales que a esa hora salían, ya exaustos, de sus clases. Tampoco parecía conocer el embrague y a cimbronazos jugaba con la aceleración y la cinética obligándonos a bailar y reforzar nuestras pantorrillas a fin de evitar vaivenes más que violentos, amén de aterrizadas de bruces unos contra otros.
Así fueron más de 25 cuadras hasta que me cansé, caminé a empujones, entre ese mar de olores y cuerpos apretujados, me detuve a escasos 50 centímetroas por detrás del conductor y de un golpe relámpago volé su cabeza contra el parabrisas...
que tal??!!!!
Mentira (se maravillaron, no?), simplemente me quedé en mi lugar tratando de mantener el equilibrio y balbuceando maldiciones en voz baja ( a coro mental con los otros 40 y pico transportados por ese irracional ser humano con licencia).
Ya estas situaciones nos parecen normales y esto es lo triste, esto es la decadencia...
Ya estas situaciones nos parecen normales y esto es lo triste, esto es la decadencia...
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